Soy un caminante (por Benito Bodoques)

Sucede que un día conozco ésta gata; Luna era su nombre.
Nos hacemos amigos, empezamos a pasar tiempo juntos... y un día me invita a su casa.

Luna vivía con una manada compuesta por humanos y dos perras (con las cuales élla juraba llevarse bien). Según me decía la comida era de una calidad insuperable.
En un inicio no le pude creer del todo. En primer lugar no me dejaban entrar con ella a la casa y en segundo lugar la comida que me servían era solamente leche.
Luna insistía en que yo era un gato muy simpático y que podía ser incluido en la manada.
Para ése entonces yo tenía bastantes años y había hecho del vagar mi modo de vida, pero ¿Cómo podía decepcionar a una gata tan insistente?.
Además, por mi edad, yo ya no era tan rápido, la vista me estaba fallando y creo que hasta mi olfato estaba algo deficiente.
Probablemente ella habló con la manada porque un día me permitieron entrar a la casa. Me bañaron (aunque yo me bañaba a diario), alimentaron y desparasitaron.
Hasta ése momento pude probar la comida de la que Luna hablaba tanto. Era muy rica, algo difícil de masticar cuando te faltan dientes, pero me llenaba. Buena falta me hacía la comida, porque yo me estaba muriendo del ambre.
Sobre una pila de periódicos viejos me acosté a dormir y decidí que sería buena idea quedarme un tiempo con éllos.
Aunque vivía en la misma casa, casi nunca podía ver a Luna, ella salía mucho pues tenía la obligación de mantener el barrio libre de ratas y ratones.
Por mis propios ojos me enteré, que era la novia de un conejo y que pasaban el día jugando en el lote contiguo.
Un día Luna no regresó más y quedé acompañando la manada.
Acompañé y asesoré a la manada cuando decidieron incluir a una nueva gata. Fuí un padre para la pequeña Mirrusca.
Luego me marché a continuar con mi vida, los visitaba de vez en cuando para ver que todo estuviera bien, comía del plato de comida, acariciaba a la manada, aveces dormía un poco... y luego me marchaba.
Ahora estaba integrado a otra manada compuesta por humanos y muchos gatos.
Aunque se que me extrañan, deben comprender que yo soy así: Viajo la mayor parte del tiempo, no tengo rumbo fijo.

1 comentarios:

Tomás dijo...

Tenés razón, Bodoques, estoy seguro de que te extrañan y te comprenden.