Mi madre humana (por Lukas Orión)


Hoy les voy a contar acerca de alguien muy especial: Mi mamá humana.
Anteriormente les había contado de cuando nos conocimos. Yo estaba muy pequeño y ella muy necesitada.
Ella tiene un gran corazón. Cuando pequeña quería estudiar veterinaria, pero al llegar a la universidad entró a algo de nombre misterioso “Ciencias actuariales”.
Lejos de la veterinaria, pero muy metida en los números y cuentas, envidiaba la relación que tenía mi tía con su amada Mirrusca.
Al misteriosamente desaparecer la gata, mi mamá vio nacer una necesidad de lo que ella llamaba un gat@.
Cuando me encontró, llevó a casa y decidí darle la oportunidad de cuidarme, yo no sabía que ella nunca se había encargado de modo directo, de la crianza de un animalito y mucho menos un gatito tan pequeño como yo.
Armada con los conocimientos adquiridos en el Animal Planet y una que otra búsqueda en Internet, se emprendió a la tarea de criarme.
Si en algún momento dudó que pudiera hacerlo, una llamada telefónica la hizo tomar fuerzas para seguir. Cuando ella me estaba buscando llamó a varios lugares, de uno de éstos lugares la llamaron para informarle que tenían gatitos en adopción, mi mamá les dijo que tenía un gatito de casi tres semanas y que no necesitaba otro, la voz del otro lado le dijo: ¡Ah! Pero ése, no va a “pegar”.
Las palabras anteriores la llenaron de furia y a partir de ahí, cada día se convirtió en un triunfo.
Ella aprendió a limpiarme, a enseñarme a ir al baño.
Puso especial énfasis en advertirme que si me dormía con la cabeza metida en el tazón de leche, podía morir ahogado.
Me enseñó el modo adecuado de hacer un hueco en la arena, para luego hacer del “dos” y que después había que taparlo.
Aprendí a dormir con estilo en una almohada para mí solito.
Me permitió practicar elegantes peinados en su cabello.
Por más que intentó, no supo como enseñarme a asear mi piel y por eso huelo a lo que como.
Cuando empezó a preocuparse de que me iba a quedar mudo, pues no sabía hablar en gatuno y no podía pronunciar las palabras de humano, decidió conseguir ayuda profesional.
Así adquirió a mi institutriz: La Princesa Celeste.
Con muy buenas referencias dadas por el personal de “La Sociedad Protectora de Animales”:
· Gatita de tres meses y medio, única hembra de la camada.
· Funciona como compañera de juegos y cacerías.
· Además tolera perros.
· Habla gatuno, entiende el español y platica con fluidez el ruso.
· Sabe imponer medidas disciplinarias, sin llegar a la violencia.
Mi mamá continúa con mi crianza, la de las perras del patio y además con la de Celeste.
Ve a veces con temor y otras con orgullo como me transformo en más gato y menos humano.
Dice que soy rebelde, pero es que salí a ella, no nos gusta aceptar un NO como respuesta.

Postdata: En la foto aparecemos mi mamá y yo.